Chaves Nogales, el hombre que volvió para quedarse
A Manuel Chaves Nogales nos lo presentaron hace unos años en Sevilla. Perdíamos la mañana en la facultad, como de costumbre, cuando un profesor tuvo a bien organizar una modesta charla sobre su persona. Entonces lo desconocíamos, pero no tendríamos en los cuatro años de carrera un momento más valioso que aquel.
Chaves, un perfecto desconocido, llevaba esperando a oscuras más de medio siglo. Olvidado del imaginario colectivo, de los libros de historia y hasta de la tradición periodística española. El desagravio quedará grabado siempre, por más que la encomiable labor investigadora de Mª Isabel Cintas lo haya enmendado.
Seguirá ahí, como una cicatriz, puesto que la exclamación de quienes se acercan a la obra del sevillano es siempre la misma: ¿cómo es posible?
Chaves Nogales, el periodista que debió marcar nuestro siglo XX, enterrado de forma anónima en un cementerio londinense. Sus textos, cubiertos de polvo o dispersos a lo largo y ancho de América del Sur. Su estela, oscurecida.
Un ciclón narrativo
El viento, por fin, sopla de cara; su fuerza es ya imparable. Porque será de justicia, y además inevitable, que en los institutos se lea A sangre y fuego. Y también La defensa de Madrid, dos de los textos más clarividentes sobre la historia de España y de los españoles. En su interpretación está todo: nuestra grandeza y nuestra miseria.
Pero no sólo la de sus coetáneos y compatriotas, pues Chaves recorrió Europa, un continente que crujía, y conoció a personajes extraordinarios. Todo lo anotó.
El legado inestimable que dejó por escrito es hoy el salvoconducto para su merecida reparación histórica. Nadie como él narró en español el colapso de Francia ante la invasión nazi o la defensa de los arrabales madrileños en mitad del caos revolucionario.
Tampoco hubo quien se acercara a su forma de presentar las vidas azarosas de gentes envueltas en el remolino del siglo corto. Juan Belmonte y su Sevilla, una relación mágica. O la epopeya del maestro Juan Martínez, el bailaor de flamenco que nació en Burgos y recorrió con su traje y avíos la Rusia envuelta en la revolución bolchevique de 1917.
Chaves Nogales, que siempre estuvo allí, volvió a nosotros cuando todo parecía perdido. Y ya nunca podrá irse.